El Comienzo de pintar muebles…
Me gustaba pensar en construir mi casa.
Me gustaba soñar con crear mi espacio.
Imaginaba que convertía todo cuanto veía y tenía a mi alrededor. Cada mueble y cada cosa era observada siempre por mí, con ojos creativos.
Veía la vida como una pintura siempre a medio hacer o que en cualquier momento iba a ser empezada. La vida para mí era un lienzo… ¡una llamada a la pincelada!
Quería hacer mío cada rincón, proyectarme en cada pared.
Cuando miraba, veía pintura… y esa pintura la proyectaba en todo lo que observaba.
Los deseos de expansión eran inmensos … el mundo era mi lienzo y yo el pincel con el que pintaba sobre él… ahora me doy cuenta de que mi vida era la pintura que proyectaría sobre esa inmensa superficie.
Y hoy, esos ojos, siguen viendo pintura sobre cualquier superficie.
Recuerdo que cuando era niña, pinté mi cama, mi silla y las estanterías de un tierno rosa y la puerta de mi armario azul como un cielo con algunas nubes algodonosas y suaves … estaba diseñando el universo que yo necesitaba para que mi vida fuera más tierna, la pintura me abrigaba y me acompañaba. Habitar un espacio que había sido imaginado en mi mente me daba calma.
Pintando los muebles, de aquella habitación de mi infancia, cuidaba mis sueños, mis fantasías y albergaba la ilusión de que diseñar mi propio mundo era posible.
Por eso pintando aquellos muebles cuidaba mi mundo interior y daba el primer paso en dirección a hacer mis sueños realidad.
Ahora esos muebles tienen alma, expresan sentimientos, están animados…
Ahora esos muebles animados pueden acompañarte a crear tu espacio único y propio, ese espacio que te haga creer cada día más que tus sueños se están haciendo realidad.
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